El vibrador con más adeptas del mundo, que sustituye la forma fálica por la de animales o frutas, es perfecto para estimular el onanismo
Desde que la vibración se convirtió en un elemento más de los consoladores femeninos, el mundo de la mujer se abrió ante un nuevo universo. Llegaba la era del conejo rampante, o lo que es lo mismo, el juguete erótico más vendido de los últimos tiempos.
La historia de este consolador tiene sus inicios en Japón, donde la forma fálica es sinónimo de objeto de culto y, por lo tanto, no se pude utilizar para la estimulación o el placer sexual. Por este motivo decidieron darle forma de animales, frutas o plantas a sus juguetes eróticos.
El conejo rampante representa una gran ventaja con respecto a la excitación, porque ofrece dos tipo de estímulos: el de la vagina o punto G y el del clítoris. Esta novedad revolucionó el mercado, en el que se empezaron a reproducir objetos sexuales con infinidad de modelos, formas, revoluciones y tamaños (para satisfacer todas y cada una de las diferentes demandas).
“Si quieres hacer feliz a una mujer, cómprale un conejito rampante” se ha convertido en, prácticamente, un dicho popular, gracias, en parte, a la famosa serie ‘Sex and the City’ (‘Sexo en Nueva York). La ficción basada en las experiencias tanto sexuales como en otros ámbitos de cuatro chicas de Manhattan ayudó a que el tabú que guardaba la sociedad acerca de este tipo de prácticas poco a poco fuese desapareciendo.
En el capítulo en el que se hace referencia al ‘conejo’, Miranda, una de las cuatro amigas, cuenta mientras desayunan todas juntas las maravillas que le provoca el haber adquirido semejante aparato. “Dentro de 50 años los hombres estarán obsoletos”, aseguraba la pelirroja, a lo que otra le contestaba: “No cambiaría a un hombre por un cacharro a pilas”. Todo acaba con Charlotte, la morena del grupo, adicta al magnífico objeto de placer, del que asegura que “es una monada, ¡y rosa!” y que con él lo que más desea “siempre ocurre”.
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